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Albert Sales i Campos Coordinador de la Campaña Ropa Limpia en SETEM-Catalunya
«¡Impulsamos el comercio con justicia! Cada producto tiene una historia. Para nosotros las personas que hay detrás de estas historias son importantes. Lidl apuesta por unas buenas condiciones laborales a nivel global. Por eso, en Lidl, sólo contratamos proveedores seleccionados que pueden demostrar su responsabilidad social. Nos oponemos categóricamente a cualquier forma de trabajo infantil, y a la violación de los derechos humanos y los derechos laborales en la fabricación de nuestros productos. Garantizamos efectivamente el cumplimiento de estos estándares «. Folleto publicitario de Lidl, a finales de 2009. A finales del año pasado, la empresa de distribución Lidl publicaba un tríptico informativo dirigido a las personas clientes de sus establecimientos con la declaración del párrafo precedente. La distribución de este papel se enmarca en la estrategia de Responsabilidad Social Empresarial que lleva a cabo la empresa alemana, que dispone desde hace unos años de un código de conducta laboral aplicable a todas sus fábricas productoras en todo el mundo y que forma parte de la iniciativa empresarial «Business Social Compliance International» (BSCI), asociación de empresas transnacionales que dice trabajar por el cumplimiento de los estándares laborales internacionales. La realidad en las fábricas que producen para Lidl indica que estas declaraciones y las políticas de Responsabilidad de la firma se quedan en el terreno de las buenas intenciones. Varias investigaciones realizadas por la Campaña Ropa Limpia internacional y el informe «Pasen por Caja», cuya versión española se presentará en Barcelona el próximo 1 de junio, muestran que las fábricas proveedoras de Lidl mantienen a sus trabajadores y trabajadoras en unas condiciones totalmente inaceptables que no respetan ni los estándares laborales más básicos ni el propio código de conducta de la empresa. El informe presenta los resultados de una investigación realizada en fábricas asiáticas que trabajan para cinco grandes empresas de distribución comercial: Lidl, Aldi, Carrefour, Tesco y Walmart. En ninguna de las 31 factorías analizadas, situadas en Bangladesh, Sri Lanka, India y Tailandia, se pagaba el salario mínimo legal para una jornada laboral normal. La única manera de acceder a este salario mínimo era realizar un número indeterminado de horas extra. Sin embargo, con horas extra incluidas, los salarios en Bangladesh no superaban los 34 euros mensuales, en la India no llegaban a los 54 euros, y en Sri Lanka iban de los 33 a los 60 euros al mes. Ninguno de estos salarios se equipara al coste de la cesta básica de productos de consumo en estos países y en todos los casos son el producto de jornadas extenuantes. Sobre la base de estas situaciones de pobreza y explotación, el informe también pone de manifiesto la persecución a la que están sometidas las iniciativas sindicales en estas fábricas. Una investigación centrada específicamente en fábricas proveedoras de Lidl en Bangladesh ha servido a la Agencia de Consumo de Hamburgo, a la Campaña Ropa Limpia alemana y al Centro Europeo para los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR, por sus siglas en inglés) para emprender acciones legales contra Lidl por publicidad engañosa. La investigación demostró que las personas trabajadoras de Bangladesh producían ropa para Lidl en condiciones descritas por ellas mismas como «inhumanas». Según Khorshed Alam, uno de los principales artífices del estudio «con esta investigación no sólo se expone el lavado de cara social de Lidl, también se demuestra la ineficacia de iniciativas empresariales como el BSCI. Las grandes empresas siguen utilizando la pertenencia a una iniciativa empresarial como una alternativa a la adopción de medidas concretas para luchar contra la explotación laboral «. El 14 de abril, Lidl, que anteriormente se había negado a retirar la publicidad, propuso un acuerdo extrajudicial. En el acuerdo se comprometió a suprimir las afirmaciones referentes a condiciones justas de trabajo en sus anuncios. Como consecuencia del acuerdo, la empresa alemana no podrá hacer referencia a su pertenencia la Business Social Compliance Initiative (BSCI) en los folletos de su publicidad. El enfoque de la demanda es innovador en la medida en que se centra en denunciar la manipulación de la información que Lidl ofrece a los consumidores y las consumidoras en lugar de poner el énfasis en la denuncia de las condiciones laborales de las trabajadoras y pone de manifiesto la lamentable asimetría jurídica que permite que millones de personas vivan bajo situaciones de explotación extrema y no haya ningún mecanismo para denunciar y procesar las empresas, locales y transnacionales, que se enriquecen de su sudor.