Capítulo II del informe: «Decathlon, un campeón de la explotación»
Investigación: Pierre Leibovici para Disclose, un medio de investigación francés sin ánimo de lucro. Ver original
Edición: Mathias Destal
Traducció al castellano: Marta Lobato (SETEM Catalunya)
Fabricar prendas innovadoras, resistentes y, sobre todo, asequibles: esta es la receta del éxito de Decathlon. Sin embargo, documentos confidenciales obtenidos por Disclose cuentan una historia muy distinta sobre este gigante de la distribución deportiva. Trabajo infantil, explotación de trabajadoras uigures en China, vínculos con la desforestación en Brasil, etc.: nuestras revelaciones muestran que la multinacional está dispuesta a todo para maximizar beneficios.
Detrás de productos icónicos —la tienda 2 Seconds, la mochila Quechua de 3 euros o la máscara de snorkel Easybreath— hay un nombre que asociamos directamente a la innovación: Decathlon. La marca francesa ha hecho de su ingenio una insignia. Presume de centros de diseño cerca de los Alpes, en la costa atlántica y en las afueras de Lille, en el departamento del Norte, donde empezó en 1976 en un pequeño almacén junto a una autovía. Casi cincuenta años después, ha conquistado el corazón de las personas consumidoras y lleva años siendo una de las marcas más queridas en Francia.
Este éxito casi oculta el hecho de que Decathlon es, ante todo, una máquina de hacer dinero que abre una nueva tienda en alguna parte del mundo cada cuatro días. Su facturación se ha duplicado en diez años, alcanzando los 15.600 millones de euros en 2023 —con un beneficio neto de 931 millones de euros. Un éxito tan grande que la empresa, que no cotiza en bolsa, repartió dividendos por un total de 1.000 millones de euros a su accionista mayoritaria, la familia Mulliez, propietaria también de Leroy Merlin, Auchan y Kiabi. Todo esto, según los sindicatos de Decathlon, a costa del personal de tienda, que convocaron una huelga en diciembre de 2024 —un hecho inédito en la historia de la marca. La empresa raramente es objeto de polémicas, pero su imagen se vio dañada a finales de 2023 cuando Disclose reveló que seguía vendiendo productos en Rusia a través de sociedades domiciliadas en paraísos fiscales. El “amor por el deporte” que proclama la marca parecía empequeñecido por la codicia, y eso lo confirma una nueva investigación en tres partes.
Durante un año, Disclose ha investigado a fondo los secretos comerciales de la multinacional francesa. Hemos analizado decenas de documentos internos, recogido testimonios exclusivos de antiguos miembros del personal y colaborado con personas investigadoras independientes. Nuestra investigación ha sacado a la luz las graves consecuencias humanas y ecológicas de la estrategia “low cost” de Decathlon.
Salarios de miseria en Bangladés, trabajo infantil y trata de personas en China: nuestra investigación revela que las principales proveedoras de Decathlon en Asia recurren a varias formas de esclavitud moderna. Estas condiciones de producción escandalosas son consecuencia de la presión de reducción de costes que la marca francesa impone a sus subcontratadas. Para ahorrar aún más, Decathlon también colabora con fábricas que obtienen cuero de gigantes ganaderas acusadas de ser grandes responsables de la deforestación ilegal en Brasil.
En el tren de la moda rápida
Aunque la marca ha invertido millones para no ser vista como una marca “low cost”, esas dos palabras aparecen constantemente en los documentos internos compartidos con Disclose por una fuente interna. Los precios bajos son lo que impulsa a la marca a fabricar la mayor parte de sus prendas mediante subcontratación. Decathlon cuenta con 1.264 subcontratistas en todo el mundo y solo nueve centros de producción propios. Para maximizar la rentabilidad, la compañía busca prioritariamente las fábricas más baratas, es decir, aquellas que “trabajan para marcas de bajo coste implicadas en la producción masiva”, según un documento interno sobre los criterios de selección de subcontratistas. Se podría pensar que una estrategia comercial tan agresiva era patrimonio exclusivo de gigantes chinas de la moda rápida como Shein o Temu.

Una tienda de Decathlon en Villeneuve-d’Ascq. Imagen: Pierre Leibovici – Disclose.
Sus principales proveedoras están en Asia: por orden de importancia, en China, Vietnam y Bangladés. Este último país aparece descrito como “país low cost” en una hoja de ruta interna. Fabricar ropa allí —donde más de la mitad de la población vive en barrios marginales— es una “fortaleza” para Decathlon, según el mismo documento. En Bangladés, el grupo trabaja con proveedoras calificadas como “extremadamente low cost”. Estas empresas contratan a adolescentes que legalmente pueden cobrar por debajo del salario mínimo. Otras fábricas dentro de su cadena de producción en el país son descritas como “clandestinas” por una exempleada. Aunque suministran hasta el 10% de los componentes de una zapatilla, la marca no realiza auditorías en ellas, según revela la primera parte de la investigación de Disclose.

Desglose de costes de las Decathlon PW 540 JR. Imagen: Disclose
Al final de la cadena, son las personas trabajadoras que fabrican productos Quechua, Kipsta, Domyos y Kalenji quienes pagan el precio del sistema Decathlon. Disclose ha obtenido una ficha interna de producción que detalla el coste de fabricación de unas zapatillas infantiles muy vendidas, las Decathlon PW 540. Fabricar un par cuesta 8,61 euros en Bangladés, y las trabajadoras ganan solo 2,84 euros. En Francia, este modelo se vende por 25 euros.
Al final de la cadena, son las personas trabajadoras que fabrican productos Quechua, Kipsta, Domyos y Kalenji quienes pagan el precio del sistema Decathlon. Disclose ha obtenido una ficha interna de producción que detalla el coste de fabricación de unas zapatillas infantiles muy vendidas, las Decathlon PW 540. Fabricar un par cuesta 8,61 euros en Bangladés, y las trabajadoras ganan solo 2,84 euros. En Francia, este modelo se vende por 25 euros.
Un campeón de la explotación
La sed de beneficios también ha llevado a Decathlon a colaborar con otras subcontratistas problemáticas en China. La segunda parte de nuestra investigación, publicada el jueves 6 de febrero en colaboración con Cash Investigation, revela que una de sus principales socias locales recurre al trabajo forzoso de uigures, una minoría musulmana perseguida por Pekín. Nuestra investigación encubierta en dos fábricas chinas también muestra que Decathlon utiliza algodón procedente de Xinjiang, la región de origen de las personas uigures, donde abundan las denuncias de explotación laboral.
Nuestra investigación sobre la multinacional, que obtuvo 931 millones de euros de beneficios netos en 2023, también nos llevó a Brasil. La tercera parte, publicada en colaboración con el medio neerlandés Follow the Money el sábado 8 de febrero, se centra en el origen de otra materia prima: el cuero utilizado para fabricar las famosas botas de montaña Quechua. Las fábricas que las ensamblan en Vietnam utilizan piel de ganado brasileño, con el riesgo de contribuir a la destrucción de bosques primarios del país.
Comentando nuestras revelaciones, Decathlon se ha limitado a declarar su “compromiso con una compra responsable”. La empresa ha añadido que “condena enérgicamente todas las formas de trabajo forzado y trabajo infantil”. Sin embargo, su búsqueda del precio más bajo contradice estos compromisos. Y desmiente las palabras del fundador de la marca, Michel Leclerq, quien afirmaba: “Engañar a la clientela está estrictamente prohibido en Decathlon”.