Desde finales de los 80, Marruecos se ha convertido en un importante centro de costura y confección para el mercado europeo. En las zonas industriales de Rabat, Tánger y Casablanca se fabrica ropa para todo tipo de empresas, desde pequeños y medianos negocios de origen familiar hasta grandes firmas de moda.
Marruecos ha sido elegido por muchas empresas europeas por su proximidad geográfica y por las restricciones a la importación de prendas de Asia que imponía el Acuerdo Multifibras (AMF). El crecimiento del empleo industrial ha convertido ciudades como Tánger, Casablanca y Rabat en áreas de atracción de migraciones internas. En el sector textil y de la confección se han generado muchos miles de puestos de trabajo pero las condiciones de vida de las personas que realizan estos trabajos son especialmente duras.