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Shakil – Bangladesh

Shakil – Bangladesh

«Lloré todos los días durante un mes cuando llegué por primera vez desde el pueblo. El ambiente es horrible aquí. No podía respirar adecuadamente. Hasta el agua apestaba. Pero ahora, después de cuatro años trabajando aquí, el trabajo se ha vuelto más fácil para mí. El dinero que envío al pueblo está ayudando a la educación de mis hermanos.»

Rizia – Bangladesh

Rizia – Bangladesh

Rizia – Bangladesh Foto: GMB Akash Rizia tiene 30 años. Trabaja dentro de la curtiduría, y también en el exterior, encargándose del secado del cuero. No puedo dormir de noche por la picazón de mi piel. Comenzó con el trabajo en la curtiduría. Tengo dos...

Ruhul Amin – Bangladesh

Ruhul Amin – Bangladesh

«Mis ingresos son muy pocos para sobrevivir. Mi trabajo es largo y agotador y recibo 7.000 takas (80€) al mes por trabajar continuamente de la mañana al mediodía durante 30 días.
Mi familia vive en el pueblo. Puedo enviarles 4.000 takas mensuales (45€). Es muy difícil mantener una familia de cinco miembros con este ingreso.»

Morzina – Bangladesh

Morzina – Bangladesh

«Vuelvo a casa a las 19h. Después de trabajar once horas diarias, al final del mes recibo 4.000 takas (45€) de sueldo. Como madre soltera no puedo cubrir los gastos de mis hijos con este salario tan escaso, así que dos de mis hijos ahora trabajan aquí clavando piezas de cuero.
El trabajo es duro, pero no tengo alternativa.»

Belal – Bangladesh

Belal – Bangladesh

«Incluso cuando voy al banco después de darme una ducha, echan ambientador a mi llegada. Entiendo que la gente fuera de estas curtidurías no puede tolerar el olor, pero a veces me siento muy mal por la humillación.
La gente no entiende que usan zapatos, cinturones, chaquetas y monederos hechos con este cuero.»

Trabajadoras en Macedonia

Trabajadoras en Macedonia

Europa también es escenario de condiciones laborales precarias y falta de derechos para las trabajadoras que cosen la ropa para grandes marcas internacionales. Escuchemos qué dice esta trabajadora de Macedonia a las marcas europeas para las que trabaja.

Shila Begum – Bangladesh

Shila Begum – Bangladesh

«No he sido capaz de hacer nada durante ocho meses. Me siento traumatizada y el brazo me duele. Básicamente, no puedo trabajar más y no sé si alguna vez seré capaz de entrar en una fábrica de nuevo.»

Akbar Hossain – Bangladesh

Akbar Hossain – Bangladesh

«Desde el año pasado he estado sufriendo de tuberculosis pero no voy a dejar mi trabajo. Gano 30.000 takas (340€) al mes. El trabajo que estoy haciendo es algo que no todo el mundo puede hacer porque conlleva peligros que hacen que este trabajo sea duro.
Pero la pobreza es más peligrosa que cualquier otra cosa en este mundo. Al menos puedo enviar dinero a mis padres.»

Abdul – Bangladesh

Abdul – Bangladesh

«El día que llegué a Daca estaba muy triste. Sabía que ya no podría ir a la escuela. Sabía que no volvería a visitar a mi madre hasta dentro de un año. Es muy cansado hacer cientos de cordones de zapatos todos los días, pero este es el trabajo que estoy aprendiendo.
Voy a obtener mi sueldo después de dos años. Este es mi periodo de aprendizaje. Ahora el propietario se encarga de mi alojamiento y comida.»

Najat – Marruecos

Najat – Marruecos

Najat nos explica las condiciones de trabajo en una fábrica textil de Marruecos: la obligan a hacer horas extras y no puede formar un sindicato. No dejes de ver su impactante testimonio.

Ry Seab – Camboya

Ry Seab – Camboya

«Si me quedara a vivir cerca de la fábrica alquilando una habitación, tendría unos gastos que no me permitirían ahorrar nada. Por eso prefiero ir y venir cada día. Estoy cansada todo el tiempo, pero es mi trabajo y tengo que hacerlo y ser paciente.»

Naga Bai – India

Naga Bai – India

Naga Bai, de 65 años, trabaja como costurera desde su domicilio en la región de Ambur, India. Hace más de 20 años que cose zapatos en casa. Cada mañana un intermediario le entrega palas de calzado (la parte superior del zapato), que ella cose durante todo el día.

Hasan – Bangladesh

Hasan – Bangladesh

«Apenas puedo escribir mi nombre. Sin educación sé que nunca podré hacer otro trabajo. Hasta para tener un trabajo en el textil hoy en día hay que tener educación. Así que es bueno para mí aprender este trabajo. Anteriormente trabajé en una curtiduría, arriesgando mucho mi salud. Así que empecé a aprender zapatería. Ahora mismo solo puedo cortar el cuero de acuerdo con
el tamaño y el diseño, pero con el tiempo aprenderé el proceso completo de zapatería.»

Jashmin Uddin – Bangladesh

Jashmin Uddin – Bangladesh

«Todos los días mi hija me pide que deje este trabajo. Ella piensa que es peligroso trabajar aquí. Pero he estado trabajando aquí durante los últimos 25 años. He criado a mis hijos trabajando aquí y no sé hacer otra cosa. El trabajo que estoy haciendo es muy especial; no todo el mundo puede hacerlo…»

Araz Miah – Bangladesh

Araz Miah – Bangladesh

«Me siento muy débil. El dueño de la curtiduría me pidió que dejara el trabajo hace cinco años porque mi salud se ha deteriorado mucho. He trabajado aquí más de 35 años. No traje a mis dos hijos a la ciudad. Este es un lugar contaminado y no quiero que sus vidas se arruinen en esta atmósfera. Mi vida llega a su fin, pero quiero que ellos se queden en el pueblo y vivan de cultivar la tierra.»

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