«Mi familia vive en el pueblo. He estado trabajando aquí durante 12 años. Una vez mi esposa vino a ver dónde trabajo. Desde ese día llora cada vez que voy a visitarlos.»
Testimonios
Nhean Sarun – Camboya
«No tengo dinero porque mi madre está enferma y todo lo que tengo se lo mando cada mes. Me gustaría tener mi propio negocio, una pequeña tienda, pero no tengo dinero para ponerlo en marcha. Me he acostumbrado a este trabajo, pero estoy muy cansada y me gustaría volver a mi casa. De todos modos, si vuelvo no tendré nada»
Zahidul Islam – Bangladesh
«Cuando termino mi trabajo, guardo todos estos materiales a un lado y duermo aquí. Me levanto de madrugada para comenzar a trabajar. Mi familia vive en el pueblo y tengo un hijo de cuatro años.
Vivimos cinco zapateros juntos en esta habitación. No hay camas, solo nuestras almohadas. Pero esto es más barato que alquilar una habitación.»
Sharmin – Bangladesh
«Durante el embarazo tuve muchos problemas. Trabajar en una curtiduría es peligroso para una mujer embarazada. Mi médico me pidió que me tomara un descanso, ya que temía que desarrollara una enfermedad que podía dañar a los bebés. Por eso dejé de trabajar.
Ahora mi marido mantiene a la familia. Con sus escasos ingresos no es posible cubrir los gastos de la casa, así que he decidido empezar a trabajar de nuevo a partir del mes que viene.»
Testimonios sobre uso del Sandblasting en China
Trabajadores y trabajadoras de fábricas de vaqueros en China hablan de la utilización del peligroso y prohibido método del sandblasting (desgaste de tela con chorros de arena a presión, que provoca múltiples enfermedades).
Shakil – Bangladesh
«Lloré todos los días durante un mes cuando llegué por primera vez desde el pueblo. El ambiente es horrible aquí. No podía respirar adecuadamente. Hasta el agua apestaba. Pero ahora, después de cuatro años trabajando aquí, el trabajo se ha vuelto más fácil para mí. El dinero que envío al pueblo está ayudando a la educación de mis hermanos.»
Rizia – Bangladesh
Rizia – Bangladesh Foto: GMB Akash Rizia tiene 30 años. Trabaja dentro de la curtiduría, y también en el exterior, encargándose del secado del cuero. No puedo dormir de noche por la picazón de mi piel. Comenzó con el trabajo en la curtiduría. Tengo dos...
Ruhul Amin – Bangladesh
«Mis ingresos son muy pocos para sobrevivir. Mi trabajo es largo y agotador y recibo 7.000 takas (80€) al mes por trabajar continuamente de la mañana al mediodía durante 30 días.
Mi familia vive en el pueblo. Puedo enviarles 4.000 takas mensuales (45€). Es muy difícil mantener una familia de cinco miembros con este ingreso.»
Morzina – Bangladesh
«Vuelvo a casa a las 19h. Después de trabajar once horas diarias, al final del mes recibo 4.000 takas (45€) de sueldo. Como madre soltera no puedo cubrir los gastos de mis hijos con este salario tan escaso, así que dos de mis hijos ahora trabajan aquí clavando piezas de cuero.
El trabajo es duro, pero no tengo alternativa.»
Belal – Bangladesh
«Incluso cuando voy al banco después de darme una ducha, echan ambientador a mi llegada. Entiendo que la gente fuera de estas curtidurías no puede tolerar el olor, pero a veces me siento muy mal por la humillación.
La gente no entiende que usan zapatos, cinturones, chaquetas y monederos hechos con este cuero.»
Trabajadoras en Macedonia
Europa también es escenario de condiciones laborales precarias y falta de derechos para las trabajadoras que cosen la ropa para grandes marcas internacionales. Escuchemos qué dice esta trabajadora de Macedonia a las marcas europeas para las que trabaja.
Shila Begum – Bangladesh
«No he sido capaz de hacer nada durante ocho meses. Me siento traumatizada y el brazo me duele. Básicamente, no puedo trabajar más y no sé si alguna vez seré capaz de entrar en una fábrica de nuevo.»
Akbar Hossain – Bangladesh
«Desde el año pasado he estado sufriendo de tuberculosis pero no voy a dejar mi trabajo. Gano 30.000 takas (340€) al mes. El trabajo que estoy haciendo es algo que no todo el mundo puede hacer porque conlleva peligros que hacen que este trabajo sea duro.
Pero la pobreza es más peligrosa que cualquier otra cosa en este mundo. Al menos puedo enviar dinero a mis padres.»
Abdul – Bangladesh
«El día que llegué a Daca estaba muy triste. Sabía que ya no podría ir a la escuela. Sabía que no volvería a visitar a mi madre hasta dentro de un año. Es muy cansado hacer cientos de cordones de zapatos todos los días, pero este es el trabajo que estoy aprendiendo.
Voy a obtener mi sueldo después de dos años. Este es mi periodo de aprendizaje. Ahora el propietario se encarga de mi alojamiento y comida.»
Najat – Marruecos
Najat nos explica las condiciones de trabajo en una fábrica textil de Marruecos: la obligan a hacer horas extras y no puede formar un sindicato. No dejes de ver su impactante testimonio.